miércoles, 8 de febrero de 2012

Las botas de nieve

A partir de hoy empiezo este blog sobre moda. No soy diseñadora, modista, ni estilista, pero soy una mujer y me encanta comprar piezas para mi guardaropa. Desde que soy mamá, no puedo evitarlo y siempre es una ilusión vestir a mis dos pequeñas señoritas. Tengo suerte, porque hasta ahora se dejan aconsejar. Incluso a mi marido le gusta que lo asesore en su indumentaria.

Como comunicóloga, lo que sí creo y defiendo, es que nuestro guardaropa es una manera de expresarse o dejar de expresarse.

Me es claro que existen otros temas menos frívolos y serios. Como mamá, la adquisición de prendas siempre es un tema y una preocupación. Siempre trató de comprar lo mejor para las hijas, cosas que realmente sean prácticas y que duren, para que la hermana menor también las use. Trato de no comprar por la apariencia, sino por los términos de uso, y claro, de calidad y a un buen precio. Las mamás me entenderán. Si viven en Europa, podrán darme la razón, de que al año se necesitan como unos cuatro tipos de chaqueta. De invierno, de verano, de primavera, de otoño. En fin, ya con eso se está entreteniendo una.

En este lugarcito cibernético, compartiré con ustedes mis experiencias sobre las adquisiciones que vaya haciendo. Es cierto aquel dicho de que de la moda, lo que te acomoda, pero yo le agregaría también, lo que te enamora. A veces nos pasa, que aunque sabemos que aquéllos zapatos no nos vayan bien a nuestras características físicas o de personalidad, acaben haciendo fila en la caja de la tienda, simplemente por el hecho de que nos hemos enamorado de ellos. Todos tratamos de comprar inteligentemente los objetos, aunque quizá acabemos en una mala compra. Esto puede suceder de vez en cuando.




Hoy comparto con ustedes estas botas. Las compré sin importarme mucho el color. Las vi en la zapatería y no les pude quitar los ojos. Hasta ahora las he usado en este invierno europeo siberiano, y son súper calientitas. Además, la sal que hace dura la nieve, para no resbalarse, no me las puede manchar, porque son blancas. Una vez tuve unas cafés, de ante, que con tanta sal, acabaron siendo de un color más claro.

Si hubiera escogido con el cerebro, no las hubiera comprado blancas, porque cuando la nieve envejece, se mezcla con el polvo y deja de ser blanca, para convertirse en lodo helado. Ni hablar, espero que me duren por mucho tiempo. Por lo pronto, soy feliz en las calles de Basilea, Suiza, caminando con mis pies bien calientitos. Son de la marca alemana KangaROOS, con tecnología Roostex, impermeables. Lo mejor de todo, con descuento. De 100 a 80 francos. Las compré en la tienda Ochnner Schuhe y tenía un bono. Estoy contenta con el producto. En primera instancia, las compré para las vacaciones de Navidad en las montañas suizas.

Las primeras botas que tuve, que por cierto, están en el sótano para emergencias, son negras, muy equis, pero prácticas. Se podría pensar que son de caballero. Hace dos años me rebelé y compré unas rojas de la marca Tamaris. Sí que resaltaban en la nieve. Por lo pronto puedo decir, que las botas de nieve, sí son útiles para caminar, ya sea en la montaña o en la ciudad, porque nos evitan peligrosas caídas. Y es que algunas mañanas de invierno, la nieve se queda como pista de patinaje. Aún y con zapato especial, se puede resbalar. Para eso hay cadenitas que se ponen en los zapatos. Mis suegros las usan. Ya las usaré algún día, cuando mis huesos no se puedan dar el lujo de una caída.

Esto es todo por hoy en esta primera edición. Quizá ustedes también quieran compartir conmigo sus experiencias en la moda, sus gustos y disgustos. Les deseo una bonita semana y hasta la próxima con más de De la moda, lo que te acomoda o te enamora. ¡Que se diviertan buscando sus combinaciones o sus nuevas adquisiciones!

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