jueves, 16 de febrero de 2012

Al que madruga, Dios lo ayuda

¡Hola!, ¿cómo están? ¿Pasando fríos y envueltos en su chaqueta de pluma de ganso, gorra y bufanda, como yo? ¡Ah y también con guantes!, claro. Pues así estoy escribiendo. Bueno, no es para tanto, gracias a la calefacción en este invierno suizo.

Pues con toda mi indumentaria invernal, la semana pasada me fui a buscar una chaqueta de entretiempo para las hijas. Resulta que haremos un viaje a un lado de la tierra, dónde el clima oscila entre los 20 y los 35 grados y todas estas prendan de invierno nos estorban. Las chaquetas no era para mí, sino para mis hijas. Mi esposo y yo ya tenemos una y ustedes saben, el desarrollo de los hijos no es gradual la mayoría del tiempo, a veces es drástico y amerita renovarles el guardaropa.

Pero ¿para qué una chaqueta si lo único que necesitamos es ropa veraniega y las indispensables sandalias? Bueno, como mamá complicada que soy, no quiero que mis hijas se enfríen del tramo casa-estación de tren-aeropuerto. Viajamos con el taxi a la estación del tren de Basilea, que por suerte no está muy lejos de nuestro hogar, para luego continuar en tren hasta la ciudad de Zurich y de ahí volaremos a un país asiático.


Chaquetas de H&M: un total lo que te acomoda y te enamora


Obviamente una chaqueta ligera es la ideal para el avión. ¿Qué vamos a hacer durante el viaje con las chaquetas de este invierno siberiano? Pues arruinarnos la maletas entre destino y destino. Así es que sin más preámbulos, me fui a la búsqueda de dos prendas de entretiempo para mis querubinas. Unas ligeritas, pero calientes que serían la compañía perfecta para la gorra, bufanda y guantes, claro. Por aquéllo de las corrientes.

Ya había visto unas en la tienda archirecontrareconocida por todos nosotros. H&M, en rosa. Y es que no tengo nada contra este divino color, pero ustedes saben, cuando nace la niña, el rosa es maravilloso, por eso de la orientación, y que no se confundan con que es niño o niña. Después de unos meses, el rosa cansa. Pues ese es mi caso. El rosa no está prohibido con dos niñas, pero por favor, un poco de variación.

Así es que llegué a la sucursal de Claraplatz, en Basilea. Mis ojos no lo podían creer cuando vi el mismo modelo, pero en azul marino. Maravilloso, ni lo pensé dos veces. Nada de meditar. ¡Al que madruga Dios lo ayuda! Si te esperas y regresas otro día, pues pobre de ti, porque otra mamá se lo llevó. Ah, me fui muy contenta a pagar a la caja. ¿Y el precio? Nada más y nada menos que 29 francos suizos. ¡Oyéme!, ¡más barato que una pieza de la nueva colección de ropa interior de David Beckham¡ Bueno uno de sus modelitos que lanzó para H&M cuesta 24 francos. Creo que por su función, las chaquetas fueron una ganga. Son drapeadas y calientitas. Sólo necesitan sus sudaderas de tela polar y listo, mis nenas ya están protegidas para el frío de 10 minutos que nos espera entre trasbordar el taxi y el tren. Y bueno, para alguna que otra instalación con aire acondicionado.  Uno nunca sabe, siempre andan por ahí turistas acalorados que piden su clima, aunque no sea necesario.

Esto me lleva a comentarles también, mi nueva adquisición.

Hace poco leí en el periódico 20 Minuten, el problema de la moda en Suiza. Resulta que las tiendas, como ahora, ya liquidaron toda la mercancía de temporada y están preparando en sus escaparates la de la siguiente.  A mí me fue de maravilla, porque conseguí las chaquetas que andaba buscando, pero ¿qué tal si te quedaste sin un abrigo que andabas buscando, o a tu hijito se le perdió un guante y tienes que comprarle otro? Creo que esas chaquetas pronto se acabaran. Recordemos que en Europa, necesitas como cuatro diferentes. Que si para el invierno, que si para la primavera, que si para la lluvia, que si para el invierno con lluvia, que si para el otoño sin lluvia, en fin, no acabamos. Claro que hay multifuncionales, como las famosas de Jack Wolfskin, que le quitas y le pones la segunda chaquetita de tela polar.

En el susodicho foro de lectores, había quejas de los consumidores sobre el sistema de ventas en este país. La mercadotecnia dicta la pauta de compra a los consumidores. La ropa de temporada tiene que hacer lugar muy pronto en los estantes a la mercancía de la siguiente. Incluso, la famosa cadena sueca de H&M, ya ofrece la moda en traje de baño para niñas. Por suerte, no necisitaba ninguno para mis hijas.

Pues no hay más que hace uso de aquél dicho de a quién madruga, Dios lo ayuda. Sí, en mis años de vivir en este continente Europeo, he aprendido que no puedes meditar por mucho tiempo una compra. Si vas a la tienda y te gusta algo, pues cómpralo, porque cuando regreses, no lo encontraras. Mejor ahorra en otra cosa, pero no en esa blusa que acabas de ver y que puede que se te vaya de las manos.


Ballerinas de Tamaris, un lo que te acomoda


Eso fue lo que me pasó hoy. Hoy por la mañana, me fui a buscar el remplazo de la lámpara de nuestra recámara en el MParc, y cuando bajaba las escaleras, un par de zapatos estilo ballerina, me hablaron. En color rojo. No era mi plan, pero ahí estaba yo en la zapatería Fricker, buscando mi número y ¡lotería!, si había, seguro los acababan de poner. Así es que, usando mi frase favorita, me los probé y los compré.
Además, por 89 francos suizos, no me puedo quejar. De esta forma, ya tengo mis zapatos en un rojo-scarlett. Es color es casi como el nombre de mi labial favorito.


Mi pantalón. St Oliver.  Fue un: lo que te enamora

¿Ustedes lo ven? Este frío no me deja pensar en gris, ni en negro. ¡No señor, pienso en colores!, como hace dos semanas cuando me compré mi pantalón verde bandera. Mi marido se fue al piso, cuando lo vio, y me preguntó ¿de verdad te lo vas a poner? Pero a mi amiga italiana le encantó. Ustedes saben, ¡hombres!

Por lo pronto les dejo estas fotitos de los tres susodichos artículos. Disfruten el calor, si lo tienen y aguanten corazones, si viven en un clima como yo. Pronto nos visita de nuevo la señora y el señor primavera-verano.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Las botas de nieve

A partir de hoy empiezo este blog sobre moda. No soy diseñadora, modista, ni estilista, pero soy una mujer y me encanta comprar piezas para mi guardaropa. Desde que soy mamá, no puedo evitarlo y siempre es una ilusión vestir a mis dos pequeñas señoritas. Tengo suerte, porque hasta ahora se dejan aconsejar. Incluso a mi marido le gusta que lo asesore en su indumentaria.

Como comunicóloga, lo que sí creo y defiendo, es que nuestro guardaropa es una manera de expresarse o dejar de expresarse.

Me es claro que existen otros temas menos frívolos y serios. Como mamá, la adquisición de prendas siempre es un tema y una preocupación. Siempre trató de comprar lo mejor para las hijas, cosas que realmente sean prácticas y que duren, para que la hermana menor también las use. Trato de no comprar por la apariencia, sino por los términos de uso, y claro, de calidad y a un buen precio. Las mamás me entenderán. Si viven en Europa, podrán darme la razón, de que al año se necesitan como unos cuatro tipos de chaqueta. De invierno, de verano, de primavera, de otoño. En fin, ya con eso se está entreteniendo una.

En este lugarcito cibernético, compartiré con ustedes mis experiencias sobre las adquisiciones que vaya haciendo. Es cierto aquel dicho de que de la moda, lo que te acomoda, pero yo le agregaría también, lo que te enamora. A veces nos pasa, que aunque sabemos que aquéllos zapatos no nos vayan bien a nuestras características físicas o de personalidad, acaben haciendo fila en la caja de la tienda, simplemente por el hecho de que nos hemos enamorado de ellos. Todos tratamos de comprar inteligentemente los objetos, aunque quizá acabemos en una mala compra. Esto puede suceder de vez en cuando.




Hoy comparto con ustedes estas botas. Las compré sin importarme mucho el color. Las vi en la zapatería y no les pude quitar los ojos. Hasta ahora las he usado en este invierno europeo siberiano, y son súper calientitas. Además, la sal que hace dura la nieve, para no resbalarse, no me las puede manchar, porque son blancas. Una vez tuve unas cafés, de ante, que con tanta sal, acabaron siendo de un color más claro.

Si hubiera escogido con el cerebro, no las hubiera comprado blancas, porque cuando la nieve envejece, se mezcla con el polvo y deja de ser blanca, para convertirse en lodo helado. Ni hablar, espero que me duren por mucho tiempo. Por lo pronto, soy feliz en las calles de Basilea, Suiza, caminando con mis pies bien calientitos. Son de la marca alemana KangaROOS, con tecnología Roostex, impermeables. Lo mejor de todo, con descuento. De 100 a 80 francos. Las compré en la tienda Ochnner Schuhe y tenía un bono. Estoy contenta con el producto. En primera instancia, las compré para las vacaciones de Navidad en las montañas suizas.

Las primeras botas que tuve, que por cierto, están en el sótano para emergencias, son negras, muy equis, pero prácticas. Se podría pensar que son de caballero. Hace dos años me rebelé y compré unas rojas de la marca Tamaris. Sí que resaltaban en la nieve. Por lo pronto puedo decir, que las botas de nieve, sí son útiles para caminar, ya sea en la montaña o en la ciudad, porque nos evitan peligrosas caídas. Y es que algunas mañanas de invierno, la nieve se queda como pista de patinaje. Aún y con zapato especial, se puede resbalar. Para eso hay cadenitas que se ponen en los zapatos. Mis suegros las usan. Ya las usaré algún día, cuando mis huesos no se puedan dar el lujo de una caída.

Esto es todo por hoy en esta primera edición. Quizá ustedes también quieran compartir conmigo sus experiencias en la moda, sus gustos y disgustos. Les deseo una bonita semana y hasta la próxima con más de De la moda, lo que te acomoda o te enamora. ¡Que se diviertan buscando sus combinaciones o sus nuevas adquisiciones!